viernes, 8 de enero de 2010

Explotar la belleza formal de la escritura y comunicar

Con su padre y su hijo mayor

Fuente: Conaculta

7 diciembre 2009

***El ganador del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2009 comparte algunas reflexiones sobre su oficio


Con orgullo se asume como un artista autodidacta. No pasó por aula alguna de formación artística. Sin embargo, no le hizo falta. Tan sólo su fervor y pasión por el arte hicieron de Marco Aurelio Chavezmaya (Metepec, Estado de México) un artista en todas la extensión de la palabra, especialmente, un digno exponente de las letras mexiquenses.

Fue justamente por la calidad de su pluma que recientemente fue merecedor del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2009, impulsado por la Fundación de las Letras Mexicanas en colaboración con el Fondo de Cultura Económica, sello editorial bajo el cual se publicará la obra que le valió esta distinción: El niño en su casa del Árbol de la vida.

En entrevista desde su lugar de origen, el maestro Chavezmaya abre el baúl de los recuerdos para compartir los orígenes de su amor por la literatura, cuando tenía cerca de cuatro años de edad, así como las aspiraciones que busca como artista y escritor.

“Nace de esos momentos en que mi padre nos contaba cuentos por las noches. Cuentos que él inventaba y sacaba seguramente de su acervo entre Las mil y una noches y los cuentos que traía de su propia infancia. Aunque no había libros en la casa había una costumbre por la narración nocturna de cuentos, que fue un germen muy importante para mí”.

Asimismo, el hecho de que su madre le haya enseñado a escribir desde los cinco años de edad contribuyó a que el escritor mexiquense se acercara a los volúmenes que en ese entonces tenía a su alcance y que eran los libros de texto gratuitos.

-¿Cuándo fue la primera vez que tuvo en sus manos un libro y cuál fue?-

“Fue precisamente el de Genoveva de Brabante, del reverendo Schmid, una novelita que por cierto nunca he vuelto a encontrar. Preguntando por ella descubro que pocos amigos la conocen. La trama está ubicada en la época medieval europea. Fue la primera historia que leí en mi vida, tenía como ocho años, pero antes ya había leído mucha poesía”.

Poco a poco, los libros comenzaron a llegar a la vida de Chavezmaya, y no a través de bibliotecas, porque eran espacios lejanos a la vida de Metepec en los años sesenta. Los empezó a conocer a través de enciclopedias estudiantiles, que le permitieron acercarse a las grandes plumas universales. También un apartado cultural en Excélsior resultó para él una valiosa ventana literaria mundial.

-¿En qué momento decide ser escritor?-

“Hubo una suerte de toma de conciencia a los 20 o 21 años. Después de andar académicamente dando tumbos, me dije que yo era un artista, de hecho así me considero hasta la fecha. Claro que la vocación literaria es dominante en este momento, pero me gusta mucho la parte plástica que es una faceta todavía privada pero que es importante para mí”.

Como el literato lo señala, el oficio de escritor es el que le está dando grandes satisfacciones, pero Chavezmaya señala que tiene gusto por otras artes, como la música. Y es que si bien, su padre es herrero, su familia tiene un pasado musical.

Al preguntarle cuáles son los retos que asume como artista, señala que hoy más que nunca está convencido de buscar y explotar la belleza de cualquier manifestación artística. En el caso de la literatura señala lo siguiente:

“En la cuestión de la narrativa pretendo escribir historias que conmuevan, estremezcan, que digan mucho del México que yo viví y he vivido, del México que he imaginado. Historias que contribuyan, que se enlacen a una tradición narrativa de escritores mexicanos. Por lo que respecta a la poesía quiero darle cauce a un espíritu siempre rebelde, políticamente incorrecto, porque en la poesía debes ser así. Hacer dudar siempre, estar preguntando qué es la vida, el amor, la muerte, etcétera. Lo que quiero plasmar en el papel en blanco es por un lado la belleza formal de la escritura, y por el otro, provocar estimular”.

Sin lugar a dudas Chavezmaya aspira a trascender como escritor, tanto en nuestro país como en el extranjero, pero señala que no le gustaría que lo encasillaran en un solo género literario, pues es un hombre que se ha atrevido a incurrir en todos, excepto el ensayo.

En ese reconocimiento que busca contribuirá en gran medida ser el ganador del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2009, que para Chavezmaya representa un antes y después en su vida profesional.

-¿Cómo lograr escribir una poesía que llegue al sector infantil?-

“He escrito poesía, pero cuando empecé a escribir los versos de El niño en su casa del Árbol de la vida caí en la trampa en la que muchos autores seguramente caen, que es pensar que la poesía para niños es fácil cuando resulta todo lo contrario. Es mucho más difícil que la poesía para adultos porque la aparente sencillez que debe contener la poesía para niños es complicada de conseguir. El desafío fue entonces alcanza esa sencillez, el decir las cosas más trascendentes de la vida con simpleza”.

Para conseguirlo Chavezmaya se inspiró en una frase célebre del bardo Fernando Pessoa que dice “El niño eterno me acompaña siempre” pero no para pensar como un infante, sino regresar al pasado y tratar de recordar lo vivido en esa época.

El literato mexiquense se muestra más que entusiasmado con el futuro inmediato. Está planeando la posible publicación de cuentos para niños, un género literario que ha practicado con gran ahínco. También espera sacar a la luz una novela que la ha tenido guardada durante mucho tiempo.

Por el momento, seguirá sumergido en el sublime ejercicio de la pluma, ya que el estímulo económico que recibió por este premio le permite tener una tranquilidad necesaria para la creación.


GJB México / Distrito Federal

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